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Mostrando entradas con la etiqueta vapor. Mostrar todas las entradas
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19 de noviembre de 2023

lp--Irremediablemente mortal--ic



No creo en mi alma, soy más del cerebro.

Lo cual, me hace irremediablemente mortal porque sólo las almas se reciclan en otra dimensión, en otro cuerpo, en algún paraíso, en el infierno o cuelgan como invisibles materias oscuras en el cosmos esperando algo que no llegará nunca.

Tampoco creo en vuestras almas. El vapor que desprende un cadáver carece de identidad.

Lo sé por el humo del tabaco que no habla y porque he visto muertos; como los seres que quise y se pudrieron sin más.

Es importante la palabra adecuada para que defina el preciso pensamiento.

La exacta tristeza.

El silencio define la ausencia de todo.

Un silencio es una muerte.

Una palabra exhalada o escrita es un pedazo de vida, tal vez de una longitud de dos segundos a lo sumo.

El vapor es un silencio sin boca ni manos, mi cerebro seco exactamente.

No es algo malo, tan solo es una tragedia más de nuestra tangibilidad.

Y el amor es la necesaria ilusión para desear la opacidad de la carne.

Aunque también el odio...

Pero mientras somos sólidos podemos elegir. Cada cual usa su carne según sus posibilidades, según su peso.

Según defina con exactitud o ambigüedad la comprensión de lo que le rodea.

Tengo un millón de razones para odiar antes de ser vapor.

Y sólo una para amar: tú.

Elijo el amor contigo y, tal vez, un día hacerme vapor deshilachándome con un pequeño calor entre tus dedos y en tu cabello cuando cubre mi rostro aislándome en ti.



Iconoclasta

25 de septiembre de 2023

lp--Mi afilado amor--ic


Tengo el amor tan clavado en la carne que es imposible ignorarlo.

No hay día que esa astilla no se mueva y libere un doloroso placer enrojecido de una delirante esperanza, una ilusión cuasi infantil.

Y sin tocarme, se me derrama un semen como un lamento…

No hay día que cuando sangra al moverse, me libere de la carne haciéndome vapor hacia donde habita.

Soy nubes rectas como flechas, deshilachándose veloces para clavarme entre sus muslos.

Mi puño veloz como ellas fustiga hasta despellejar el deseo del cíclope amoratado y ciego. Mi bálano es un volcán incruento de bebés sin esperanza de nacer.

Amar es una acto de locura y un surrealismo impío que concilia el sueño y la realidad.

Y soy crema cálida desbordándose por su coño…

Mi amor que se hace jirones en el cielo indolora y majestuosamente liberando la energía que la urgencia tiene y haciendo por unos segundos, el pensamiento algodón.

Ser aire, al fin, en sus pulmones.

Porque adonde la carne no llega, el vapor lo inunda.

Si no fuera así ¿para qué existo?

Un semen desembocando a ninguna parte por las laderas de mi pene ardiente…

Solidificándose en frío sin sus dedos que lo templen.

Tengo el amor tan clavado que no comprendo cómo puede latir el corazón.

No entiendo porque quiere latir así…



Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.

9 de diciembre de 2019

Dulces días de vapor


Los días brumosos ostentan una dulzura que los nítidos desconocen.
La niebla dulcifica la vida y la muerte, provocando cierta ternura hacia los animales peludos y las aves. Porque ellos no tienen la culpa de nada de lo malo que ocurre.
Sobre todo, la niebla amortigua el ruido idiota de las voces humanas, evocando así tiempos de pasadas ignorancias.
Aquellos misterios falsos que daban a la vida humana un interés que jamás ha tenido. Es bonita la imaginación que se teje entre las bajas nubes, la de los cuentos y leyendas de magia, monstruos, terror y heroicidades. Hace la vida menos horrible.
Y es excusable la mentira cuando no resta valor y dignidad.
Sueño con los ojos abiertos fijos en las volutas de vapor, que la niebla es veneno que corroe todo lo que odio, lo que me disgusta, lo que no pedí.
Imagino que es vapor de cadáveres y sonrío ante la desesperación de la angustia que sufren los vivos que los respiran. Enciendo un cigarrillo para que la niebla dure más tiempo y me pregunto de una forma casual, cuando seré vapor.
Solo es una cuestión metafísica, sin más consecuencia que la curiosidad, no tengo prisa por morir.
Al menos hoy, con toda esta brumosa magia que me rodea y aspiro.





Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.

19 de febrero de 2018

Forastero



No sé que pensar de este momento hermoso.
Quiero soñar que el árbol da gracias al sol con mensajes encriptados en volutas de vapor, en jirones de vida. Que lo invita a un trago de su propia savia por el calor necesario que le regala tras la noche helada.
Soy un extraño entre ellos dos, un pequeño ser que ve cosas más grandes de las que debiera. Porque estaría más tranquilo si no supiera de la inmensa vida de otras cosas y seres. No haría la mía tan ínfima.
Demasiado grandes en su poder y en su edad.
Grandes en sus vidas interestelares y profundamente clavadas en la tierra.
Soy tan efímero, tan desarraigado de todo…
He tenido un casual privilegio de estar tan cerca de ellos.
El planeta no habla conmigo, no soy parte de él. Solo asisto a encuentros de amigos de una forma accidental.
Mi pensamiento no trascenderá, no será vapor; al menos visible para nadie.
No habrá la huella de un tullido en la tierra que ha asistido, sin pretenderlo, a la charla de dos seres de una trascendencia inabarcable.
Mi piel se abrasa con el sol y se hiere con las cortezas de los árboles.
Mis piernas se rompen con chasquidos que no me dejan dormir cuando los evoco en el silencio y la oscuridad de la noche, cuando me enfrento a mi pensamiento.
Mis ojos padecen con los rayos del sol y el frío.
Hay una belleza letal en el planeta, hay una íntima complicidad que me hace forastero.
Y hay tanto tiempo que me falta vida.




Iconoclasta
Video y foto de Iconoclasta.