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29 de octubre de 2016

Bohemios...



Se le achacan méritos y romanticismos exagerados y facilones a los que escriben, pintan o dicen algo ingenioso desde una bohemia comodidad. Desde un bienestar u holganza donde el sudor de la esclavitud laboral y su precariedad, no marca sus inspirados días.

Es fácil y poco meritorio ser intelectual y transgresor cuando eres un afortunado.

Soy adicto al combate, al dolor, la ira y el cansancio. Que se emborronen las palabras con el sudor y escupiendo rabia. O con los dedos mojados de un semen eyaculado con tristeza...

Y así sacar el in-genio de las venas de mis brazos.

De un pene inconsolable...

Bohemios y pensadores de vida fácil y resuelta...

Os enseñaré la verbigracia, el romanticismo y la irreverencia que contienen una gota de sudor y otra sangre. Y a falta de absenta, brindaré por toda la mierda de este mundo con un trago de agua turbia y recalentada.

Ebrio de agotamiento y rabia.

Narcotizado de frustraciones.

Bohemios y sabios de club...

No sabéis nada, ingenuos.




Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.

13 de julio de 2016

Rodilla de goma



Ella dice que es de goma, que no aguanta. Que tiene miedo.

Como no tiene boca, la hija puta lanza dolores.

Las rodillas deben ser firmes, es razonable que proteste.

Es legal.

Pero no le puedo hacer caso, ni decirle que se encuentra en el filo de una sierra de un cirujano indiferente.

Se deprimiría.

Tenso los ligamentos de la rodilla. Requiere esfuerzo, requiere sudor, requiere determinación y obviar el miedo.

El resultado es bueno y la sensación de que tiembla, de que desfallece en su paso firme, pasa a ser responsabilidad de la tierra.

Es el planeta, el mundo, el que no soporta nuestra firmeza.

Es el mundo el elástico, el que cede bajo el peso de mis cojones.

Así tranquilizo mi rodilla de goma.

Porque un día no estará al final del muslo.

No quiero ser sincero, no es necesaria la crueldad con quien amas.

La verdad es un mierda que no aporta nada bueno, para eso se inventaron dioses, budas, alás, cristos, zeus...

Y por otra parte, en un mundo de mentiras y cobardías, las verdades son como echar margaritas a los cerdos.

Mi rodilla de goma solo quiere ser una buena rodilla.

Así que la verdad, la mía y la del planeta, me las paso por el culo.

Y caminos mi rodilla de goma y yo destrozando la hierba para que no crezca jamás, como Othar el caballo de Atila.

Aunque duela.

Aunque el sudor haga cráteres en el polvo del camino.

Mi rodilla es de goma, mi hostilidad de acero.

Inquebrantable...




Iconoclasta
Foto de Iconoclasta


19 de mayo de 2016

El sudor del dolor



No era una tarde calurosa, hoy era una tarde fresca, lluviosa.

Es imperdonable no acudir a las montañas cuando llueve desde un cielo que es plomo a punto de caer sobre mi cabeza.

Y he sudado como en los días más duros de agosto. El dolor... Todo era dolor y un clic en lo más profundo e inalcanzable del tobillo que está ligado a una tibia podrida. Un chasquido cuya frecuencia subía como una oruga devorando el ánimo excavando la carne casi muerta para convertirse al llegar a la rodilla, en un erizo metálico. Y de ahí radiaba rayos de dolor puro al fémur y a la pobre cadera que hacía lo imposible por arrastrar todo ese dolor y vencer la tentación de dejarse morir en un banco bajo la lluvia.

Un paso más, otro...

"No te preocupes, si se acaba la vida, se acaba el dolor. Es un buen trato, ¿no te parece?". Me decía a mí mismo.

Y como una revelación evoqué de ayer, la hermosa serpiente muerta en la vereda. Y me ha embargado una tristeza, una pena que no creí que tuviera fuerzas para sentir. Porque su ademán, su rostro era puro dolor.

Con su pequeña boca abierta luchando por respirar un poco más.

Un grito de dolor mudo.

Pobrecita... Tan sola muriendo.

Y esa insólita tristeza ha hecho del dolor algo lejano, como el espejismo en los ojos del sediento. Y he dejado de pertenecer a esta pierna podrida.

La visión se ha hecho borrosa y no podía relajar el ceño fruncido del fatigoso paso del dolor.

Me he visto avanzar a mí mismo por el páramo del dolor.

Era el protagonista de mi propio vía crucis. De mi calvario.

Sudaba bajo la lluvia, sudaba más que llovía. Soy fuerte para todo, hasta para hacer el dolor más doloroso.

Sale de tan adentro el dolor, que no hay consuelo en llevar la mano y aplicar ahí calor bendito. Es tocar un material artificial.

"¿Es este el momento en el que se troncharán los huesos? ¿Es hora de caer y quedar muerto como la preciosa serpiente? Pobrecita...". Pensaba alejado de mí mismo.

He llegado de algún modo a la casa y pareciera que algo maligno palpita en cada hueso del pie y la rodilla. No quiere dejar de doler.

La cabeza es una caldera en sobrepresión intentando gestionar todo ese dolor y miedo.

Intentando controlar el metabolismo para cortar este sudor frío que se desliza por la nuca.

Cuando te das cuenta que morir es liberación y enciendes un cigarro sin que te tiemble el pulso, sin que importe nada; el dolor parece decir: "No importa que me ignores, estoy en el tuétano de tus huesos y ocupo la mitad de tu pensamiento".

Yo digo: "Morirás conmigo".

Y el muy zorro calla con un silencio rematado con un trallazo de dolor lento y profundo, como una marea oleaginosa que te hunde dulcemente, que suavemente te ahoga.

Se ha hecho tan importante, tan peligroso en su presencia el dolor, que el día que no lo sienta, sabré que estoy muerto, aunque me vea sudando y fumando.

Pobre serpiente... Qué dolor al morir, lo imagino como si reptara yo con mi pierna muerta por la tierra.

No hay justicia, ella era muy pequeña. Pesaba apenas nada, no podía molestar ni a la tierra por la que se arrastraba.

El ibuprofeno es como un petardo con la pólvora mojada, lo trago porque algo he de hacer mientras la vida duele.

Siempre lo supe: la vida es dolor.

No hay mucho que celebrar, empieza a ser tentador dejar de vivir.




Iconoclasta

Foto de Iconoclasta