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28 de julio de 2023

lp--Mirarse el ombligo--ic

 

Los hay, dicen, que se miran el ombligo.

A mí no me pasa. Me hipnotiza el tuyo e imaginar que lo penetro con la lengua inundándolo de mi baba animal espesa y cálida, cuyo río verterá en tu coño arrastrándome.

Con tus dedos aferrados a mi pelo contienes el aliento en el lento descenso a lo inevitable, mortificándome. Provocando el hervor de la leche en mis huevos pesados, doloridos por la presión del atávico deseo acumulado.

Me importa una mierda mi anodino y estúpido ombligo.

Estoy caliente y la tengo dura ¿Cómo cojones voy a mirarme el ombligo, si mi rabo colapsado de venas y espasmos domina la horizontalidad y verticalidad de la bestia abriéndose paso hacia tu alma carnal?

Quien se mira el ombligo no alcanza a intuir el acto de follar. No lo entiende.

Amarse uno mismo es el consuelo de los incapaces.

Un dinero metido en un coño a cambio de la vejación de ambas partes.

Un consuelo sórdido y patético de fracasados.

Solo miro tu ombligo, el camino directo a tu coño.



Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.

 

2 de julio de 2023

lp--Tu coño de Dios--ic


Si Dios no hubiera querido que folláramos, no te habría dado ese maravilloso coño.

Dios quiere que te joda.

Y no importa lo que él quiera, sino mi locura por ti.

Dios te hizo deseable y el coño hambriento.

Y a mí para clavarme profundamente en ti y humillarme ante su gran obra carnal.

Dios hizo esos hermosos pliegues y rincones en tu coño para que pasara largo tiempo, toda la vida que me queda, tocándolo, descubriéndolo, aprendiéndolo, lamiéndolo y aspirado el clítoris con fuerza entre mis labios hasta inflamarlo y sensibilizarlo hasta tu paranoia.

Dios hizo tu coño profundo para que mi glande inquietara tu alma. Temo que mi polla sea pequeña para tal fin.

Dios pone así a prueba mi voluntad y tu coño mi humildad.

Dios colocó tu coño lejos de tus ojos para que no me quedara paralizado admirando esas dos ventanas de luz que iluminan tu pensamiento y deslumbran el mío, con sus astros y galaxias que giran y se expanden dentro de ti. Eres el universo que contiene un universo.

Y gracias a Dios, sé como interactúan tus obscenos labios con los pezones, cuando los separo en la intimidad cálida y protectora de tus muslos, con los dedos chapoteando impúdicamente. Se llaman Perdición D y Perdición I y te mortifican los pezones endureciéndolos; es la razón de que los maltrates como yo no me atrevería, ante mí esclavizado entre tus piernas de puta y deidad.

Sé que cuando surja tu flujo espeso y dulzón empapando mis dedos, labios, nariz y lengua; no pasarán más de veinte segundos hasta que te corras con la espalda arqueada haciendo arte conceptual de la lujuria. Y yo sienta que debo sujetarte, contener ese placer para que no te parta.

Sé que tus muslos intentarán cerrarse cuando el látigo del placer se extienda desde tu coño, al vientre recorriendo todo el torso para alcanzar cada ápice de tu piel y provocar un caos en tu pensamiento.

Dios hizo mis dedos rudos y firmes para que en ese instante atenacen con fuerza la vagina contraída, pulsante, brillante de tu propio óleo sexual. Y hacer tu gemido profundo, exhalado como una muerte por tu boca entreabierta, abandonada a mí, a mi mano que oprime y cubre tu coño todo.

Y tienes en ese instante mi vida en tus manos, porque detienes mi corazón y los pulmones en tu salvaje y ancestral sexualidad.

Dios creó tu coño precioso y perfecto, elástico para abrazar y rodear hasta la asfixia mi pene cuarteado de venas, con el glande cárdeno del colapso sanguíneo.

No quiero hablar de amor, me estoy corriendo, soy un ser salvaje y desbocado que observa como tu coño derrama mi leche… Y jadeando, apenas puedo creerlo.

Cuando salga el sol, al despertar a tu lado tendré las precisas palabras para adorarte al oído, secretamente sin ser necesario. Y en el ritual del café las sonrisas necesarias para hacer feliz un día más contigo.



Iconoclasta


6 de enero de 2023

lp--Con los pies en el suelo--ic

Nació para ser amada, con la carne y la piel que cubre y protege su pensamiento perfectas. Cálida y sedosa su mirada y sus urgentes labios.

No puedo creer estar amando a una diosa. Solo ocurre en las películas.

Sin embargo, me rebosa agua ácida de los ojos. Se me irritan y el mundo se hace difuso.

Una costura se ha rasgado en el tejido de mi mediocre existencia y ha hecho mierda mis defensas.

Es lógico que plante los pies en el suelo. Podría elevarme hacia ella, por ella.

No puedo permitirme soñar despierto, debo afianzarme a la tierra.

No soy pájaro, cometa o meteorito. Sino una piedra tallada por las presiones telúricas y los volcanes.

A menos que te quede un respiro para la muerte, no importa fracasar y caer.

Y aún no siento ese olor a moho en mis pulmones que deja la muerte cuando está demasiado cerca. Huele como las hojas que se pudren con la escarcha invernal. Las que piso con la firmeza de mi peso y la ingravidez del amor.

Se me desprende la carne de los huesos por su poder de atracción gravitacional.

Amar duele.

Quiero ir, llegar a mi estrella.

Pase lo que pase, cueste lo que cueste.

Soy un asteroide al rojo camino a la desintegración. Mi diosa no lo quiera…

Y antes de seguir con mi letanía de amor y deseo, me aseguro de nuevo que los pies sigan ahí, pegados en la tierra.

Caer duele millones de lamentos luz.

Y el dolor no aporta misericordia ni dignidad a la mística tragedia de amar.

No puedes curarte con aceite hirviendo una quemadura.

Desea a gritos, pero no dejes la tierra, no te separes de ella. Toda una vida llena de grisentería no puede tener un final feliz.

Ni lo sueñes.

Me digo que es un espejismo; pero no resulta y es más doloroso. La vida sin ella duele más.

Solo sé que soy un pensamiento perdido en la muerte gélida y árida del cosmos, un astronauta desecado y congelado sin posibilidad de putrefacción desintegradora.

Soy un trozo de plástico espacial.

Y un viaje incierto a un destino ineludible.

Porque si no amas ¿cómo vives?

Siendo un mierda.

Me fascina cuando se estira desnuda y felina entre las sábanas, ronroneando universos extraños e intensos, hambrienta de ser tomada. Imaginando su piel cubierta por el deseo y el coño palpitando en una ascensión a la cima del placer violento y animal.

Aquí en la tierra fría, mis pies parecen hundirse; fundirse con el calor que produce su tormenta de amor solar.

No puedo dejar de evocar mi semen deslizándose entre lo más prohibido y secreto de sus muslos, un goteo viscoso que se bebe la sábana cálida que la sostiene.

Mis pies en el suelo…

Y me duele el corazón de luchar contra su tirón orbital.

Durante unos minutos permanecemos en silencio. Recuperando el aliento y retornando suave e inevitablemente a la realidad con el corazón pleno y el coño agotado, ahíto de placer. Mi pene decreciendo, escupiendo algún semen residual, humillado silenciosamente ante la diosa.

Con leves jadeos se desvanece la violenta lujuria que nos abandona a un amor relajado y caníbal.

Observo sus pezones aún duros mojados de mis labios.

Es mía, mi diosa…

Y un pie se alza traidoramente. Me apresuro en contraer los dedos en la bota haciendo un puño para dar potencia a la pisada, si eso es posible.

Peso lo que peso…

Es mi desesperación y tortura, un castigo a mi impío amor que detesta y ofende a la humanidad y sus interferencias constantes entre ella y yo.

Soy una triste mitología.

Somos de la misma especie: el amor nos hace feroces, desinhibidamente irracionales.

Pero tengo mis limitaciones, no soy un dios y si dejo la tierra que me mantiene vivo también perderé lo poco que tengo de ella.




Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.

17 de diciembre de 2022

lp--No desearás a la mujer…--ic


¿Qué mierda es esa de no desear, no follar a la mujer?

Por supuesto que desearé a la mujer del prójimo.

Me importa poco que la mujer hambrienta tenga prójimo.

Importa que la mujer me pide que la joda, que la trate como a hembra en celo. Y me desea con las bragas manchadas de humedad.

Su prójimo no le come el coño como yo, hambriento, sediento, animal, sin piedad, humillándose ante la diosa.

A su macho le da asco su raja. Y se la mete para taponar ese sexo que le repugna.

Convierte el follar en una paja mal hecha, solo para él.

La mujer del prójimo abre sus piernas ante mí y separa los labios resbaladizos y brillantes de su coño exigiendo con mirada hambrienta y jadeando, mi lengua arrastrándose por su raja, hundiéndose en su vagina anegada.

¿Quién cojones dice que no desearé, que no se la meteré después de haberle arrancado obscenidades corriéndose en mi boca?

Si la mujer me desea, yo jodo a la mujer.

Le irritaré sus cuatro labios y los pezones de tanto besar, mamar y lamer. Y regaré sus gemidos con mi leche.

Volverá a su prójimo con el coño irritado.

Me importa poco un mandamiento o ley mierdosa, me suda la polla.

Nada me puede impedir que joda a esa bella hambrienta mal follada.

A la mujer del obediente prójimo y a su hija si también me desea.

¿Qué retrasado mental pudo dictar semejante prohibición mierdosa que busca con saña el hastío de la mujer?

Ella desea y yo la jodo.

Ésta es la ley.



Iconoclasta


24 de febrero de 2022

La ternura que la lujuria esconde



Hay un vientre sacudido por espasmos, los ecos de un placer que suben desde el coño como latigazos lascivos, sin penitencias que alegar. Sincronizados con mi lengua, con mis dedos y mi pene hambriento.

Desbocada, maltrata con paroxismo el clítoris ante mí, retándome a que sea tan brutal como ella consigo misma. La quiere más adentro, más fuerte. Que le reviente ese coño ardiente gritan sus dedos chapoteando, rozando mi puta verga que trabaja como un pistón; que a duras penas puede contener un semen que hierve y pulsa doliente dentro de la dura carne.

¿Cómo es posible que el deseo sea tan líquido? Pienso cuando el glande es acariciado por los mojados y resbaladizos labios de su coño.

La primera lefa la escupo en su monte de Venus, y le salpica el vientre. Luego la violo con fuerza, y descargo. Cierra las piernas en torno a mi cintura y clava los talones en mis nalgas para meterme en lo más profundo de su vagina que se contrae con fuerza, lo noto en mi pijo que revienta allí dentro aprisionado.

Y ahí me quedo intentando respirar.

Ella inmóvil, aún aprisionándome, se asegura de que el vaciado sea perfecto.

Me libera y me aparta casi con desdén, se acaricia perezosamente añorando lo que ocurrió hace unos segundos, y el semen se derrama dulcemente por sus dedos. Un último gemido y se gira de lado en la cama, dándome la espalda.

Le gusta hacerme sentir como un esclavo sexual.

Por favor… Está preciosa.

Pero yo también soy cruel, me acuesto pegándome a ella. Con el pene más relajado, con restos de un semen ya frío rozo sus nalgas.

– ¡Cabrón! –e intenta separarse de mí; pero no la dejo, le muerdo y beso la nuca porque me la comería, y ella patea para alejarse.

Con la boca llena de su pelo farfullo algo que la hace reír.

–Un día te la arranco– dice apresando con fuerza la fláccida polla y limpia su mano de semen en mi cara con una risotada.

Y no dejo de maravillarme de que tras toda esa obscena lujuria, pueda luego surgir un par de adultos traviesos que al final, desembocan hacia una ternura inaudita.

Solo deseo que como amante o adulto travieso, que mis mañanas amanezcan con ella, aunque esté en la cocina haciendo el café para su macho.

Bueno, cuando le digo lo del café, me dice no sé qué de mi madre.

Y entonces soy yo el que lanza una risotada.



Iconoclasta


5 de marzo de 2021

Diosa y paraíso


No existe nada tan fervorosamente religioso como soy yo ante ti.

Y dentro de ti.

Soy monoteísta y ti me debo. Eres mi tótem, mi cruz, mi aire y el fuego donde ardo en sacrificio a tu coño bendito por los siglos de los siglos.

Ni quiero ni me apetece adorar ídolos, porque cualquier dios es una figurita amasada con mentiras e ignominias.

Soy absolutamente ajeno a los Diez Excrementos.

Ningún dios ha prometido jamás en la vida un paraíso como tú lo eres.

Diosa y paraíso…

Se podría decir que pagas por adelantado y comulgo con el miembro henchido de sangre.

No es sacrificio cruento, es cremoso y cálido. En tu cuerpo no hay un solo rincón de infierno.

Llevo la condenación, el estigma del obsceno amor a mi divinidad; mi semen brota sorpresivamente, como una meada que no se puede retener, sin tocarme. Solo con pensarte se me escapa un gemido imposible de contener y en mis calzoncillos la hirviente leche se enfriará lentamente hasta la siguiente e incontenida lefa.

Metértela es mi bucle temporal, soy un moderno y cremoso condenado eterno.

Todas estas venas palpitantes aquí abajo…

Duelen, cielo.

Mi Diosa, mi Paraíso.





Iconoclasta

24 de junio de 2020

Un tótem entre las piernas



“—¿Te gustan los niños?”
Joder...
Adora mi pene, un tótem entre mis piernas que se tensa con un dolor tan placentero que ciega mi intelecto, si es que alguna vez lo he tenido.
Podría hablar del amor y de la belleza que destila tu piel. De que la mía emite frecuencias armónicas cuando estás tan cerca como para sentir tu respiración; pero sería inocuo, poco eficaz.
Un puño se cierra en torno al tótem y no sirve para nada, no alivia la tensión cuando te tengo cerca.
No hay ternura alguna en ese puño.
Y mis testículos hierven pesados de deseos.
No quiero amistad ni complicidades. Eso lo veo todos los días. Vulgaridad y frustración. Banalidades de un deseo que nunca se hace realidad.
No puedo hablar cuando ríes y tus pechos se agitan o simplemente cuando te humedeces con la lengua los labios. ¿Tú sabes? ¿Puedes imaginar lo que es tener al dios polla aquí dentro? Duele y me saca de quicio cuando se endurece, cuando la gota que destila por el meato para meterse en ti se hace fría, siento la imperiosa necesidad de tu coño cálido.
Te gritaría puta por lo que me estás haciendo. Te abofetearía porque encuentras maravilloso que este tótem se erija para ti. No soy tierno, coño, no soy una mierda de enamorado.
Yo sólo quiero clavarte este ídolo y que llores, que te sientas inundada y reventada por el ser supremo que está aquí, pegado entre mis putas piernas.
Deseo estar cerca de ti, pegado a ti, dentro de ti. Jodiéndote con este tótem cárnico estrangulado por sus propias venas que laten feroz y vorazmente por tu coño. Sin decir que te amo. Sin respetar un solo centímetro de tu piel.
Soy primitivo, inusual. Carezco de sensibilidad y de paciencia.
Ya es tarde. 
Mi pene es la prueba misma de la brutalidad, de la ausencia total de inocencia y ternura. No puedo ser delicado con este trozo de carne que golpeo con el puño y no cede en su presión. ¿Ves en mí a un hombre tierno y casi adolescente que te mira con timidez? Tendrías que mojar las bragas con sólo mirar mis ojos inyectados de pura lujuria.
Es imposible evadirse de la carne de tus labios y no besarlos con una sed abrumadora. Sorberlos, morderlos, aplastarlos, lamerlos...
Y quieres que hablemos, conocernos.
Hostia puta.
Sería idiota no decirte que mi pene palpita y busca la humedad de tu ansiada boca. Sería imbécil no confesar lo que gritan mis ojos; lo evidente de esta erección que me colapsa esclavizándome a ti.
Sería idiota callar mi deseo de meter la mano por dentro de tus bragas y atenazar tu sexo hasta que no sepamos distinguir de quien es la piel que está gozando.
No tienes que amarme, ni abrazarme. Ni lo necesito ni lo quiero; no sueño con tu paz ni con tu felicidad. Te quiero arrastrar a mi infierno, condenarte conmigo por puro deseo. Me importa una mierda el ingenio y la inteligencia.
Me da igual tu sufrimiento.
No quiero joderte para que seas madre, no quiero ser padre. Sólo quiero ser el que te folla y te llena de babas. No soy natural, soy la depravación de la naturaleza; no busco reproducción y tener pequeñas pollas y coños babeando a mi alrededor. No soy egocéntrico, no busco eternizar mi tótem creando más generaciones de dioses polla.
Te elevo a rango de diosa.
Tú diosa hembra y yo dios macho. El ídolo estará junto a ti, y dentro de ti; serás la diosa puta con el tótem clavado. Posarás con las piernas abiertas ante la humanidad y yo la obscenidad, metido en ti.
La virgen puta...
¿No te excita? Curar a enfermos y locos con tu rostro gozando de un placer absolutamente carnal; en absoluto espiritual.
Jadear como una perra ante ellos cuando te embista.
Mi pene, este puto trozo de carne que parece llevarse toda la sangre que alimenta mi cuerpo y mi alma, es la bestia que debe joder a la Diosa. El milagro del coño ungido con la leche que no da vida. El milagro obsceno de la anti-creación, de la prueba viva de que no hay fecundidad, sólo lujuria desatada.
Abrázalo, guíalo a tu santa raja y oprímelo hasta que escupa la vida, hasta que el pelele que esté unido a él grite tu nombre sacro y llore ante un placer que pudiera haber buscado durante miles de años de sexual existencia.
Adora esta puta polla y métetela tan adentro que te sientas preñada de vicio y lujuria.
Te exijo que seas la diosa caliente e insaciable donde plantar este tótem que me arrastra como un perro oliendo tu vulva.
Sé tan perra y tan degenerada como yo; ésta es mi voluntad.
Estoy cansado del amor y de la sensibilidad y de los deseos de follar vestidos de gala, disfrazados de arte y literatura.
Tú sabes del ansia, sé que tu sexo se humedece y sientes el rubor subir directamente del coño a tus mejillas. Tú sabes lo que provocas; déjame sacrificarme a ti, un sacrificio de total entrega.
Soy un mierda, nada más.
Cuando te la haya metido y tu raja se haga brillante y se deslice el semen por ella, ya no estaré. No te amo.
Trátame como a un animal sin cerebro, como a un glande al que escupirás con displicencia.
Adora el tótem como un indígena sin cerebro adora a su muñeco de caña o calabaza.
Sé idiota y sólo coño.
No quiero mirar (adorar) tu rostro, es una trampa, algo que me inmoviliza.
Todo degenera, y el amor es sólo escrupuloso deseo, la imbecilidad del hombre que se cree sensible.
Un ángel con la polla tiesa y anudada bajo la toga celestial, eso es el puto hombre enamorado.
Sí, sensible como estos burdos pelos de mis cojones.
Y ahora, coge de una puta vez mi polla, llévatela a la boca y acaríciate, que cuando te la meta grites desesperada la aberración del sexo convulso. Condúceme a ti, oblígame a que caiga y me deslice por tu viscoso deseo de diosa.
—¿Te gustan los niños? —Alba repitió la pregunta llevando la mirada del vaso de cerveza a los ojos ausentes de su acompañante.
La segunda cita iba a peor, se encontraba en una hamburguesería llena de niños y adolescentes, de padres y abuelos; había sido una mala idea de la rubia que se sentaba a su lado en el estrecho banco tapizado de plástico rojo burdel. Le sudaban las pelotas.
El local estaba abarrotado de seres prescindibles y molestos.
Daniel la miraba fijamente, tan fijamente que la hacía sentirse violenta.
—Sí, adoro a los niños —respondió el hombre sin ninguna convicción, bajando los ojos a su refresco—. Precioso.
Alba se lamentó de su mala suerte, otra cita infructuosa; estaba cansada de salidos y tímidos. ¿Es que no hay nadie relajado y natural? Este parecía ir de atormentado.
Y sin embargo, su vagina era un charco. No sabía si se había meado o era una humedad extraña e invasiva.
Sintió de pronto una mano atenazando su sexo bajo la mesa. Y los ojos del hombre se hicieron oscuros.
Y le robaron el sonido al mundo.
El dedo hurgó en la vulva y sus piernas se abrieron sin que les diera permiso.
—Jode a la virgen puta —susurró Alba con voz desfallecida y repentinamente somnolienta en el oído del dios polla.
Niños y adultos inmovilizaron sus bocadillos y bebidas en el aire observando con atención a la mujer elevar las piernas sobre la mesa y al hombre moviendo la mano entre ellas.
La clientela guardó silencio e inmovilidad, dejando que Alba gimiera sus orgasmos y Daniel le gruñera al oído obscenidades para que se corriera. Luego la penetró encima de la mesa, ensuciándose ambos de cerveza, patatas y hamburguesas.
El semen fluyó pesado entre la cópula de los sexos dilatados y empapados, entre jadeos y blasfemias.
Un crío rompió a llorar asustado.
Y los clientes volvieron a seguir devorando y bebiendo su consumición como si nada hubiera ocurrido.
Daniel, sin mediar palabra, salió del local dejando a Alba sola, recuperando la respiración e intentando subirse las bragas bajo la falda en el estrecho asiento; no pudo, las metió en el bolso.
Se sintió embarazada, sentía el semen hervir en su útero.
No le gustaban especialmente los niños; pero había algo dentro de ella, repentino o inevitable. Se sentía confusa...
Recorrió con el dedo las crestas de los labios vaginales empapados de esperma y se lo llevó a la boca.
“Qué puta soy”, pensaba vanidosamente, dirigiéndose a la salida del local.
El niño seguía llorando, se detuvo ante la mesa donde sus padres intentaban calmarlo:
- Es solo mayonesa, nada más -le susurró mostrándole el índice que se había llevado a la boca.
El niño sonrió.
Y ella también.
A la salida de la hamburguesería, con satisfecha lujuria dejó caer un minúsculo feto de su vagina, como un pequeño trozo de hamburguesa.





Iconoclasta

3 de junio de 2020

Follar es lo más lejano de amar


Cuando la follo no siento amor, solo un deseo obsceno de forzarla a gemir, embistiéndola encelado.
No pienso en la reproducción ni en formar una puta familia. Solo quiero observar su coño supurando mi leche y sus pezones endurecidos y empapados de mi baba.
No le digo “te amo”. No puedo perder el tiempo en tonterías.
“Quiero joderte”, le digo al oído apretando sus tetas con los dedos tensos de caliente que estoy.
La amo y por eso follo con ella.
Pero follar es lo más lejano de amar.
Follar solo es íntimo, si alguno de los dos no practica la prostitución.





Iconoclasta

1 de julio de 2019

Una bestia


No puedo evitar evocar mis dedos acariciando lo más profundo de tus muslos y esa magia que es caballo en mis venas: cuando los separas y tu coño se torna indefenso y lujurioso, cuando mis dedos extienden por tu piel la baba que dejas ir sintiéndote deseada y puta.
Y mi cochino glande dentro de ti, buscando con violencia más profundidad, follarte la mente, y más adentro…
Follarme a la diosa… Rendirle mi semen como sacrificio cruento, porque cada vez que escupo mi leche en tu piel, muero un poco.
Cuando tu coño derrama mi semen siento deseos de asesinar furioso y violento. Desciendo hacia una animalidad desbocada aferrándome a mí mismo.
No puedo evitar estrangular mi polla soñando que tu coño palpita hambriento ante mi boca.
Evocarte es escupir mi semen sin control. Adoro la bestia que hiciste de mí.
Un asomo de lujuria, un dolor de cojones, un infarto no definitivo.
Amarte y follarte… Deberían estudiarme en los colegios, para que los hijos de mediocres no lo sean.





Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.



31 de marzo de 2019

La incorrección de un amante


No soy un correcto y medido amante de esta época de maricones con voz meliflua respetando libertades. No contigo.
Eres mía.
Tu libertad no me interesa. Todo lo contrario, quisiera tenerte esposada a mí.
Es que quiero poseerte (lo deseo secretamente, sueño…), que seas mía a cada instante; como se expresaban aquellos románticos trágicos que escribían de vampiros y monstruos entre láudano, alcohol y opio.
No me enseñó nadie a desearte así de impune e impíamente, no copio; es innato en mí. Con el tiempo supe que no estaba en el tiempo correcto.
Existe este deseo de encadenarte porque existes.
Eres la causa de que exhiba abiertamente mi incorrección.
No te amo para que seas libre y lejos de mí.
El amor es posesivo, follarte es agresivo; entrar en ti sin cuidado, desesperado, desatado.
Lo paradójico, mi amor, es que amar esclaviza.
Y no quiero morir como el soldadito de plomo.
Ergo soy tu esclavo, el que sueña en la oscuridad de un rincón secreto poseerte incivilizadamente, con el semen que se derrama gélidamente solitario por mis testículos.
Tú eres diosa y ama, y soy feliz (no tengo opción) ardiendo en tu infierno, el que creaste para mí con esa pagana vanidad de je ne sais pas.




Iconoclasta

6 de julio de 2017

Los tañidos del deseo



El monasterio es casi tan viejo como mi pensamiento. Y a pesar de ello, sus incansables campanas marcan las horas infaliblemente.

Las horas de besarte, abrazarte, follarte...

Si hubieran sabido aquellos benedictinos, que cerca de 1200 años más adelante, sus tañidos serían confundidos con la llamada del deseo; en el monasterio no habría una virgen.

Ni tendría su nombre.

Besaría las piedras de sus milenarios muros cuando las campanas toquen el arrebato de la pasión. A cada hora, a cada media, a cada cuarto...

¿Ves cómo es mi amor de antiguo, amada mía?

Soy un amanuense preso en un scriptorium, pergeñando frenético en recias y toscas hojas de papel las indecencias y blasfemias de amarte con cada tañido.

A cada hora, a cada media, a cada cuarto...



(Foto: Monasterio de Santa María de Ripoll, idealización)






Iconoclasta
Foto de Iconoclasta

2 de noviembre de 2016

Morir con las botas puestas


Dicen que se debe morir con las botas puestas; pero no estoy de humor para metáforas hormonales.
Que me quiten las botas, que me duelen los pies.
Y tendrás que ser tú, mi amor, quien me las quite para morir cómodamente.
Es que no existe nadie más quien me las quite. Ni quiero.
Porque no solo me quitarás las botas.
Y es que tu boca es la más extrema cueva del placer.
Obviemos que muero y quítame las botas, desabróchame el pantalón que ya no necesito, que me molesta también.
¡Qué boca tan grande tienes, abuelita!
Morir no siempre es trágico, mi amor. Nos reímos de todo...
Tu mano en mi pubis me hace sentir que deliro, me sitúa en esa frontera difusa entre la agonía y la paranoia.
Por favor... Solo tu aliento ahí, basta para que se me derrame el blanco con espasmos descontrolados.
No tienes piedad ni con el agonizante. Te adoro por tu fiereza, por tu sensualidad que me desquicia, que me saca de madre.
No soy valiente, ni cobarde, no soy nada. 
No quiero las botas al morir.
Solo estoy loco, enfermo de ti.
Si muriera con las botas puestas, rozaría tan peligrosamente la mediocridad, que vomitaría con mi último aliento.
Que sea eyaculando en tu boca...
Tú eres María Magdalena y yo Jesucristo.
Es un buen momento para evocar mitos, fantasías.
De haber existido ambos, Jesús hubiera querido morir en la boca de Magdalena.
Como yo en la tuya.
No quiero morir como un hombre bueno y valiente. Quiero ser sacrílego contigo.
Vivir-morir una pornográfica agonía con mi amada.
No quiero botas ni bondades.
Solo el fascinante y cruento amor que nos come.
No me dejes morir en paz, hazme estallar, mi amor.
Y luego, desnuda, tira las botas a la basura.
Tú serás mi epitafio.



Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.

1 de octubre de 2016

Cuchara doblada


Tu mirada y tu presencia me doblan, me arquean y tornan el mundo al revés.

Soy la cuchara que se dobla entre los dedos de un charlatán mentalista.
De un mal prestidigitador.

Me doblo por la fuerza del amor que sufro, me arqueo desesperado.
Me doblo para fascinarme con tu coño desde un ángulo y una altura apropiados.
Me doblo rendido a ti.

Pobre mago de feria, se cree el ingenuo que el poder está en sus dedos, en su mente.

Y eres tú  poderosa, hermosa, descarada, de labios húmedos ante el monolito trémulo que es mi bálano nervioso, venoso, cremoso...

Eres tú la que me doblas, la que curvas mi pensamiento duro y frío para hacer que todo en mi mente seas tú.

Soy una cuchara doblada que quiere posarse entre tus labios, que busca colmarse con el manantial obsceno que nace en lo más íntimo de tus piernas.

Soy la cuchara doblada en los dedos de un pobre mago ingenuo que no sabe de su torpeza.



Iconoclasta

13 de septiembre de 2016

Nec Mater



Hay un semen presionando con fuerza en mis canales seminales.
Hay una leche que adora los labios de tu coño, la piel suave del interior de tus muslos, tu lengua, tu boca...
Y no pretende ser reproductor.
Es solo invasor.
No hay espermatozoides, no quiero ser padre.
Y no te quiero madre, te quiero puta y esclava.
Mía... De ti...
No quiero que puedas pensar en un hijo. Tu coño es solo para el placer, el nuestro.
La pasión muere cuando nacen los hijos. La pasión se marchita con el llanto de un bebé que exige su comida, que padece cólicos, que llora por nadie sabe porqué.
Ningún hijo ha de mamar de ti.
Soy yo el que succionará tus pezones hasta que te arquees ante la ruda caricia de mis labios y dientes.
Compraremos una mujer para que se preñe por ti y cargue ella con la maternidad en un cuarto aislado de nosotros. La alimentaremos con restos a través de barrotes de acero.
Mantente eternamente puta para mí.
Que tu coño hambriento no se contamine con un hijo.
Que tu mirada de agresiva lujuria nunca muestre la ternura de una maternidad que destruye el deseo.
Que nunca tomes la mano de un bebé, tu mano ha de sujetar firme mi polla. Que me duela cuando me la cojas, que me castigues.
Te la meto profundamente pensando en lo que te amo, en invadir tu cuerpo y tu pensamiento dios. Te jodo para que te lamentes, para que susurres entre espasmos: "hijo de puta, hijo de puta...".
Un bebé destruiría el cántico del jadeo obsceno.
El latín de los sexos convulsos, de un pene goteante como las fauces de un animal hambriento, de tu coño abierto como una llaga en mi alma.
No dejemos una línea de sangre para el futuro.
No quedará rastro de nosotros.
Seremos la exaltación de la pasión.
Nuestro impúdico amor no dejará legado alguno.
Somos la negación de la reproducción.
La indecente afirmación del placer y la pasión.
Nunca madre, mi puta.



Iconoclasta


20 de agosto de 2016

Divina Fetidez



¿Lo hueles? Hueles eso?
Es la fetidez de Dios, su aliento inmundo insuflado por todo el planeta, penetrando en todos los agujeros de todos los seres.
En todos los cerebros.
El corrupto aliento de Dios...
Pero a ti no te afecta. No sé porqué...
Tal vez, sea porque eres la más amada del mundo y te otorga inmunidad a la Divina Fetidez.
Te amo y te deseo.
Te amo y te jodo.
Te amo lamiéndote el coño.
Tu coño hermético a la Divina Fetidez...
Y tu coño es mi oxígeno puro.
No sé si lo hueles, mi amor de vagina salvadora.
No sé si eres consciente de la humana y divina fetidez que me asfixia. No sé si eres capaz de sentir su hedor en algún momento de la vida.
Eres mejor y más adorable que Dios, que cualquier divinidad. Y ello te otorga el privilegio de no sentir y así, que tu sonrisa sea eterna.
¿Es eso, verdad amor?
¿Hueles eso? Es el corrupto aliento de las bocas que infligen sus plegarias contra la inteligencia y a la libertad.
Por ello mi pene bombea fuerte en la sacristía que hay entre tus muslos.
Mi polla encaja perfectamente en tu coño, el único lugar donde se siente a salvo.
Nos sentimos a salvo en tu piel.
Porque tu coño es  salvación y tus pezones los clavos a los que me aferro para no sucumbir a la Divina Fetidez.
Me asfixio, sin ti me pudro.
Mi nariz está saturada de hedor y mi semen solo entre tus muslos es blanco.
¿Me explico con claridad, amor?
Eres mi heroína, mi salvadora: el Obsceno Perfume.
El que emana de tu coño como un hálito de vida.



Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.

12 de julio de 2016

Seremos sepulcro



No sé como será nuestro amor y nuestra pasión en los próximos años, no sé como nos besaremos y donde te follaré. No sé ni siquiera lo que ocurrirá dentro de un minuto.

Pero sé cual es el final.

Formaremos el obsceno sepulcro donde los afables abuelos y los buenos padres, se masturbarán. Donde las madres apretarán fuerte sus muslos estimulando su clítoris mal usado.

Seremos La Meca, la negra piedra de los hipócritas, de los que sudan pensando en cosas que no harían jamás porque no pueden, porque no saben, porque sienten asco de sí mismos.

Porque no son hombres, no son mujeres. Son rodillas gastadas de silenciosas mamadas sin luz, sodomías del alma y el ano que gozan de sus amos, de sus dioses.
Seremos los amantes muertos en un sepulcro con doseles de terciopelo rojo burdel y manchas pecaminosas en las sábanas.

La Santa Sábana Carnal, en la que la mariposa de tu coño dejó una huella indeleble, donde tu boca aloja mi polla y mamo tus pezones hasta el dolor de mis dientes, hasta el agua que brotará por tu coño.

Se masturbarán regando nuestras flores marchitas con el semen de los idiotas, con el semen corrupto de los fariseos que desean follar a sus hijas y nietas y callan y sudan la mierda de su cerebro, como un alquitrán pútrido que cubre las calles de sus ciudades.

Porque no encontraron la pasión, no encontraron la mujer, el hombre.

Se quedaron con lo que tropezaron, perezosos malos folladores, malos amantes. De negros pensamientos, de nulos actos.

Seremos mármol en el mausoleo sexual, donde te besaré cubriendo con la mano tu coño hambriento, y tú aferrarás mi polla goteante, ansiosa de ti.

Ante ellos, ante el mundo. Ante los enfermos y los locos.

Seremos el infierno en la tierra.

A pesar de la muerte.

A pesar de los puercos que orinan y piensan que eyaculan.

A pesar de los hijos que son de mierda, engendrados por sodomías esclavas, por sodomías cobardes.

Por narcóticas y alcohólicas frustraciones de un sexo que no comerán jamás.

Solo sé, amor, el final; lo que hay en medio, antes de la muerte, es maravillosamente ignoto.

Porque contigo no hay años de días iguales, contigo me espera el sepulcro de la lujuria. Morir clavado a ti.

Hundido en ti.

Ante ellos, ante su vergüenza y envidia, ante sus sexos húmedos de podredumbre.

La eternidad es tu coño.

Descansen sudando en su sepulcro los obscenos amantes.



Iconoclasta

17 de febrero de 2016

Noche de luna nueva



(Novilunio)

Hoy no hay luna llena, la luna está muerta.

No hay claridad que dé consuelo al atávico temor nocturno. La oscuridad se comió el resplandor de hielo. No hay luz sobre las pieles, no somos siquiera siluetas tenuemente dibujadas; somos sombras de sombras.

Gemidos perdidos que flotan en la negritud. Que emergen de entre las piernas y los labios entreabiertos, donde quiera que estén.

La luna llena es tan decente... Alguien debiera apagarla para siempre.

Noches de luna nueva
y oscuros deseos.
Noche de luna oculta
y sexo acechado
por dedos pérfidos
y tenaces.


Los lobos callan la inexistencia de la luna y todos los seres cierran sus ojos para soslayar que sus pieles no reflejan luz, o vida.

La luna nueva niega nuestro ser.

Castiga vanidades infundadas. Vidas prescindibles.

Y nos arranca la máscara de la púdica decencia para que nos violemos con los ojos inútiles.

La noche de luna nueva, luna muerta... La más oscura, no hay brillos azules y helados que localicen tus ojos.
Ni tu coño.


Tanteando humedades
arrancando jadeos.
Conduciendo
con lengua y dedos
por la oscuridad
tersa  de tu piel
el placer de tu coño.
Que lo vomites en gemidos
y blasfemias
por tus labios temblorosos.


Y yo digo que somos ciegos y estamos en la tierra obscena de la carne. El más puro y ancestral lenguaje de la sudorosa y muda piel.

Nada vivo puede ver mi venas dilatarse ante el estallido sanguíneo que provoca tu proximidad cálida en mi glande intranquilo.

Es luna muerta de humedades secretas. Es luna cadáver para sentir tu piel pegada a mí y tomarte en la sacrílega impunidad con obsceno valor.

El miedo no existe, solo la frontera que marca el elástico de la prenda que cubre tu  coño.

Mis dientes apresan y presionan tu pezón a través de la tela para despertarte  en esta oscuridad donde palpito con dureza.

Y despiertas lentamente, excitada y aturdida con los ojos abiertos, vendados por la nueva luna. Por la erógena luna.
Por la puta luna.

Jadeas y levantas la camiseta que te cubre y tomas mi cabeza y la acercas a tu pezón erizado y duro, sin palabras que enturbien el jadeo caliente. Me oprimes para que lo succione sin pudor, hasta casi el dolor.
Y tu pecho se inflama tomando aire para soportar el placer negro.

Mis dedos se infiltran como predadores entre el elástico-frontera, acariciando, casi arañando con hambre tu monte de Venus y tus muslos se rinden a la invasión. Y siento que resbalo, que me precipito por la cresta de los labios que segregan la baba del placer.

Soy un animal rozándose en tu muslo, ardiente.
Dejando mi cálido humor sexual como una marca de posesión. Si hubiera luz, si la luna no estuviera muerta, un camino húmedo se vería trazado en el muslo en el que me masturbo a la espera de metértela. Con toda ansia, con toda brutalidad.

¡Desespérate! Deja que nos cubra la muerta luna y hagamos sacrificio pagano de tu coño y mi polla.


Tanteas con urgencia
con tu mano trémula
buscando  mi bálano
palpitante,
resbaladizo y caliente.


¡Hazme daño! Aprieta, retuerce y clava tus uñas en mi pene hambriento e impío. Que la sangre libere la presión suicida de mi deseo de clavarme en ti, enterrarme en ti, en la oscuridad de una tumba pornógrafa.

Jadeas excitada ante mi gemido de dolor-placer. Eres oscura lascivia, la luna muerta también te ha poseído y sé que en tus uñas hay sangre mía.


Mi glande llora
espeso humor,
por el meato entreabierto
y hambriento.
Como un ojo que quiere ver
pero es ciego.
Un filamento de
placer enredado
entre tus dedos.


¡Hazme daño, más! Susurro en tu oído, en la oscuridad; invadiendo con los dedos tu vagina ofrecida. Sintiendo tu pelvis inquieta, acomodándose a lo que te invade, oprimiendo al invasor.

Y de un tirón desnudas mi glande sensible y gimes de placer de nuevo al sentir mi espasmo de dolor.

Eres furia y puta en esta noche oscura. Y nos gusta, si algo nos iluminara, veríamos nuestro semblante obsceno como indecentes y peligrosos mimos.

Cubro sin cuidado tu duro clítoris con un dedo y mantengo la presión, te siento próxima a estallar. Sostengo el castigo como venganza al pene herido, escucho tus pulmones detenerse ante el placer que estalla por la indecencia que te oprime el puto coño.


Y violenta te incorporas
te clavas
me cabalgas...
Hasta que lo negro
es blanco y caliente
chorreando por tus muslos.
Y mis dedos
crispados en tus pechos
acompasan los
estertores lácteos.


Tu raja gotea sobre mi pubis un semen que tal vez, un día fuera blanco. Y desfallecemos en la oscuridad escuchando los resuellos pintados de negro. Solo los brazos se rozan observando con los ojos innecesariamente cerrados, el lugar donde debería haber un techo.


Luna negra y estéril
de único y absoluto placer.
No enturbies  la sagrada obscenidad
con fecundidad alguna.
No nos hagas vulgares.


A la mañana siguiente, destacas en el calendario de la cocina la próxima muerte de la luna, mientras pegado a tu espalda masajeo tu vagina otra vez empapada.
Mordiéndonos los labios con pagana lujuria.


¡Ave, luna muerta! Los que se están corriendo te saludan.
Sangre y semen a la gloria oscura del novilunio.



Iconoclasta