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13 de febrero de 2021

San Valentín está agotado


No ha conocido jamás una época de tanto trabajo.

Ni de tantos desengaños.

Hay cientos de miles de almas que se han encontrado entre los circuitos electrónicos, con una inmediatez que supera sus esencias humanas y por tanto su vida. Los cuerpos no pueden moverse a la velocidad de la luz; por ello hay tanta frustración y crean necesidades que realmente no lo son para entenderse a si mismos, para curarse.

Los expedientes de amor se acumulan y son tantas las esperanzas infundadas, que la tristeza le contagia.

Tantos amantes desincronizados en el tiempo y en el lugar…

La tecnología es una apisonadora que no da un respiro; descuartiza a los amantes en partículas infinitesimales que vagan en frecuencias que no importan a nadie más que a lo que queda de ellos. Y mueren amores, las pieles vagan por un limbo de penas, insensatez y locura.

No hay un respiro para reflexionar y que la madurez guíe en consecuencia a esos hombres y mujeres entre todas las posibilidades y lo imposible.

Pero él es quien dicta sentencias y cree en el amor y su fuerza que, trasciende más allá de lo que la razón pueda aconsejar. Y aunque duela, el amor necesita una oportunidad; que sea efímero o no es una cuestión que no sopesa ningún amante. Se ama en presente, sin fin.

Se ama con una fuerza sísmica; la misma que un día arrasará todas las ilusiones.

San Valentín solo quiere un descanso a todas esas contagiosas melancolías y tristezas de esperas y soledades compartidas mediante impulsos eléctricos.

Se siente pringado de desesperaciones y anhelos.

Las almas que antaño no llegaban siquiera a sospechar la existencia de quien hoy aman, son legión buscando el ansiado encuentro entre palabras fulgurantes y suspiros que empañan las pantallas.

Son muchas melancolías que gestionar.

Fuma y observa desde la ventana de su despacho en el ministerio del amor, en el octavo coro celestial, a los amantes sorteando como buenamente pueden sus horas de soledad.

Y como en casa del herrero, cuchillo de palo; San Valentín está solo, solo y triste, solo y agotado.

Solo y abandonado.

Sentencia un amor por vía ejecutiva y respira aliviado, la número ochocientos mil quinientos seis en lo que va de jornada.

No quiere mirar a su izquierda, donde hay pilas de expedientes que suben hasta el techo. No quiere pensar que muchos amantes, cuando dicte sentencia, ya estarán muertos.

San Valentín desearía que las computadoras ardieran, es inhumano tanto trabajo. Es cruel.

Tantos perfiles que acarician punteros inútiles, tantas necesidades y mensajes y promesas y sueños…

Sabe muy bien que muchas de las peticiones de encuentro de amor que se han solicitado con tanta urgencia, acabarán en un desengaño. Y deberá anular la sentencia que ayer dictó.

Muchos de ellos llegan a la decepción de que no son especiales cuando los besos no son lo que soñaban, lo que sus labios pedían; cuando el abrazo no llega al tuétano de los huesos. Y sentirán vergüenza de su infantilismo y del padecimiento de meses de angustia de espera que han empleado en nada.

Solo un microscópico porcentaje durará el tiempo suficiente para llenar años juntos o hasta su muerte. Aquellos pobres románticos que añoran escribir al ritmo de su pensamiento, reflexionando sobre cada idea y emoción que traza la pluma en la carta que envían a su amor. Aunque tarde en llegar.

Que los amantes tengan una prueba tangible de amor entre sus vacías y necesitadas manos, es el único consuelo a esas distancias y tiempos aterradores que tienen por delante. Esas palabras en un papel bastarán para alimentar la fuerza necesaria para afrontar las esperas. Y para llorar la muerte con cierto consuelo cuando se da el caso.

Por poco que vivan,  habrá valido la pena el agotamiento de San Valentín.

El amor vale lo suficiente para merecer un papel escrito con amor, algo a lo que aferrarse cuando la soledad y la desesperanza los aplasta. Es un sacrificio hermoso, si lo fuera. Porque lo que amas no es sacrificio. El amor solo exige ilusión y determinación.

Qué menos que tener la esencia de alguien en el papel que ha  tocado, leer las palabras que salen directas de su sangre. Y llevar toda esa triste pasión al pecho cuando duele.

Bálsamos de amor de tinta y papel aplicados al pecho, al corazón… ¡Qué belleza!

Y eso se acabó… San Valentín piensa que incluso se ha banalizado el amor.

San Valentín no tiene quien le escriba.

Ni tiempo para amar.

Está agotado y no sabe si podrá continuar por más tiempo dictando sentencias de amor. 

San Valentín piensa que se han vuelto todos locos.

Y él es solo uno.

Y está solo.

Y un revólver descansa junto a su tabaco, para dictar su propia sentencia de paz.





Iconoclasta

9 de julio de 2015

Lectoescritura en las redes sociales


Alguno consigue entender bien lo que lee la mayor parte de las veces, el resto, que son la inmensa mayoría (esos que dan su voto a los políticos más idiotas), no se entera de nada y de lo poco que se enteran, no aciertan a explicárselo a sí mismos.
Y si han de escribir, la cosa empeora.
Hay una dificultad irreparable en el cerebro humano.
Entender algo tras leer, se ha elevado a categoría de don.
Si se trata de sintetizar o resumir lo que se ha leído, y se consigue, estamos asistiendo a un milagro o una extraña conjunción o alineación cósmica que ocurre cada cientos de miles de años.
Justo lo que pasa con los manuales religiosos tipo biblias, corán, libro muertos, torá, el quijote, el capitalismo, Así habla Zaratustra, etc...
Nadie los lee, los que lo leen no se enteran de nada y un reducido número de fenómenos que llegan a entender algo de todo eso, lo manipulan para leerles su propio mensaje a los que no se han enterado de nada y así poder eternizar la ignorancia a través de un hermoso chorro de siglos en los que no cambiará absolutamente nada.
Los más cultos que he conocido, todos son adictos a la civilización egipcia de los faraones y saben decir Osiris y pirámide. Ser egiptólogo, es una de las carreras que más deslumbra a todo el mundo en las redes sociales. Y aún hoy día, hablar de que las pirámides fueron levantadas por levitación extraterrestre, es un hecho verídico ampliamente aceptado.
El nivel de lectoescritura de los ciudadanos y como llevarlos por el camino adecuado, es algo que conoce cualquier gobernante o alto funcionario, porque cuando acceden al cargo, les dan un manual de instrucciones ya antiquísimo donde se les instruye en como expresarse ante la peña que les ha votado y los que no les han votado también. Al final, a todos joden igual (por lo tanto, no perdáis el tiempo en ir a votar).
A medida que se ha cuantificado estadísticamente la capacidad de lectura y comprensión en los humanos, los aparatos electrónicos han ido adaptándose con rapidez a este profundo conocimiento del individuo tipo. Cualquier despertador tiene ya iconitos sonrientes, llorones o frotándose la calva. Los dibujitos en las pantallas y monitores de todos los equipos, han conseguido ya parecerse a un abecedario para chimpancés y gorilas que usan los biólogos para entrenar a esos animales.
Los memes se han convertido en el alimento espiritual de los que se deprimen abiertamente ante sus desconocidos amigos de las redes.
La proliferación de imágenes o videos cursilones o extraordinarios (por lo amañados y su grosera edición y manipulación que nadie capta) indica que todo va bien, como era de esperar. Y pronto le enviarán a la peña un email que al presentarlo en el lugar adecuado, les regalarán un plátano que tendrán que comerse ante una video cámara.
Se ha estandarizado el máximo de lectura a una frase y media, que es lo máximo que los usuarios pueden leer sin vomitar y compartir hasta el asco.
Un tema tratado por más de cinco minutos sin imágenes, deja en blanco el cerebro de los usuarios tipo de las redes sociales.
Las Cuevas de Altamira y sus imágenes rupestres, son un claro ejemplo aún muy actual de lo máximo que puede soportar un humano tipo leyendo.
Pero no hay peligro de que se extinga el lenguaje escrito, ni mucho menos. Vamos a ver: si a un usuario no le dan una pista de la imagen que está mirando, su cerebro se queda girando en vacío sin acertar a identificar nada, y así durante horas.
Se necesita (según la imagen) al menos dos palabras al pie para que puedan comprender.
Es tanta la falta de comprensión y redacción en los usuarios de las redes, que se ha tenido que cambiar el concepto de "analfabetismo" por "rebeldía social" para evitar denigrar a tanta gente.
El verano y sus altas temperaturas lo empeora todo en esos cerebros. Es necesario aplicar entonces a las dos o tres palabras que se redacten en un estado, imágenes de alto contenido sexual para captar la atención de los usuarios. Las palabras que las acompañen serán claras, básicas u onomatopeyas de pedos, algo que les haga reír mucho para que no se me dispersen de lo que están leyendo-viendo.
Es muy importante que crean que su sexo es pleno y potente para que no recurran a memes de psicología de feria que los deprimiría mucho.
Hay que cuidar esos cerebros de escasas luces, porque de otros apenas hay.
Y me parece que no queda más por decir, porque muchos de los que se han atrevido a leer esto, a estas alturas no saben porque lo están leyendo.
Una ayuda:
"Alguno consigue entender bien lo que lee la mayor parte de las veces, el resto, que son la inmensa mayoría..."
(Inicio del artículo, genios)

Apéndice 1:
Ejemplo de diálogo tipo usuario feisbu, para poder conseguir muchos amigos en un par de minutos:
-Salu2
-Chale
-Vale
-Por fis
-Tá güeno (sin tildes ni diéresis, yo porque sé escribirlo; pero no lo intentéis en vuestras casas, es peligroso).
-Lol
-Lol
-Pinchi
-Mola
-Chachi
-Sale
-Simón simonete
-Lol
-No tá
-(iconito de idiota sonriente dándose palmadas en la cabeza o chola)
-Pucha
-Mimí
-Ta jodío
-Goldo
-Chale
-La conchatumadre
-Pos sale
-Chichis glub
-Pelusa ñam...
-Chidón bidón
-Cruda?
-Sipi
-Xoxo
-Bubys goldas
-Gracs (e iconito ruborizado)

Apéndice 2:
Como ejemplo de meme de grado medio de comprensión (un poco avanzado, pero estimula un poco las meninges):







Iconoclasta

8 de septiembre de 2014

Exceso de comunicación


No es verdad que haya un exceso de información por parte de los medios audiovisuales y de gestión del poder. Y si lo hubiera, según los diletantes que lo discuten, no es siginificativo. Al 99 % de la población, la información le entra por una oreja y le sale por la otra sin haber sintetizado nada de ella.
El problema es el exceso de comunicación, poca madurez intelectual, poco cerebro y demasiados canales.
Demasiados medios para la comunicación banal e inmadura.
Todo lo que se traduce de la palabra electrónica al pensamiento se transforma en una versión de ellos mismos completamente distinta de si esas palabras son manuscritas o manifestadas en una conversación frente a frente donde no escapen los matices de miradas y ademanes.
Porque para escribir es necesaria la reflexión y la habilidad. Para hablar es necesaria una integridad y eficacia mental. Y ambas cosas escasean como el agua en el desierto.
El problema de la comunicación banal se agrava cuando se realiza entre más de dos personas al tiempo. Habitualmente, gracias a los teléfonos con conexión a internet, las conversaciones suelen realizarse entre más de seis o siete especímenes. Son malas conversaciones, un esnobismo por usar un aparato electrónico sin la suficiente educación o cultura. Pero sobre todo, sin la suficiente capacidad intelectual.
Seamos sinceros, la gran parte de la humanidad escribe mal o con dificultad y es incapaz de entender y asimilar lo que lee. Tienen en sus manos un instrumento que ofrece más posibilidades de lo que su intelecto puede asimilar.
La comunicación banal y sin fundamento, es una epidemia que hace de los comunicadores la caricatura de unos amantes, de una amistad o de una cultura inexistente.
Las parrafadas a través de los medios sociales y baratos como la mensajería instantánea, son un mero ejercicio de vanidades infundadas, donde se buscan los elogios y afectos entre imágenes irreales y prefabricadas de esos individuos (que la individualidad no conocen), porque son como cabezas de ganado que necesitan rozarse las grupas continuamente los unos a los otros para no sentirse abandonados.
Las capacidades intelectuales y la madurez mental de tantos millones de seres, no está preparada para mentir (consciente o inconscientemente) en tantos canales. Se confunden, toman mentiras por verdades y crean su propia realidad a su medida, porque piensan que entre ellos hay miradas sinceras.
Y no las hay, no hay miradas. Solo son intentos de pobres cerebros para lucirse a cualquier precio y demostrar que no son lo que ellos se reconocen en el fondo. Intentando ocultar con eternas sonrisas y mensajes de amor y lamentos de soledad sus decepciones. Crean protagonismos que calman una vanidad de decepcionado.
Cuando llega el momento (rara vez ocurre porque el valor y la determinación no es cosa de cobardía) en el que esa mediocridad disfrazada de literatura barata, de vanidad que pretende ser belleza y divinidad espiritual se encuentran; asisten con vergüenza a sus propias limitaciones y la realidad pone de manifiesto con un golpe de mazo en la mesa que son tan vulgares como lo que día a día respiran.
Incapaces de entender lo que ha pasado se convierten en mártires de un dolor que no existe. Porque la decepción de darse cuenta que no se es un ser especial, no es un dolor. Es vergüenza.
No, el problema no es la información, el problema son las mentiras y las falsas imágenes que la peña crea de sí misma para intentar destacar.
La realidad se impone, afortunadamente en la cotidianidad y quien no sirve, no trabaja, no folla, no mama...
Toda esa banalidad comunicativa nace de la cobardía. Se ha degenerado tanto la especie humana desde que los leones dejaron de comer hombres, mujeres y niños, que la cobardía se ha hecho genética en la humanidad.
Los cobardes se amargan y lloran si están solos más de cinco minutos.
Y por ello, si hay que engañarse y engañar, cualquier medio vale para no estar solos y demostrar que se es lo más querido y admirado de todos los mediocres que figuran a su alrededor.
Los niños miran con atención las videomentiras de yutup y cosas semejantes que sus padres llevan al hogar como muestra de cultura y entretenimiento. Y lamentablemente creen estar viendo cosas reales, que solo dan risa a los tontos.
La cobardía y la ignorancia crean religiones y otros mitos. El exceso de comunicación disfraza la miseria y el analfabetismo en excelencias y seres especiales que no tienen fundamento en la vida cotidiana, para combatir así el miedo a la soledad que es el único y verdadero estigma con el que nacen los bebés en el planeta Tierra.
Porque de otros planetas, no conozco nada.
Hay tantas reses de ganado, que las religiones, el fútbol y la televisión de masas no bastan para mantener a la peña contenta con su mísera existencia, han tenido que crear un medio para que se mientan a sí mismos. Y es bueno que ocurra, que haya una marcada distinción entre la chusma y la élite.
Otro problema iresoluble es que todos se creen élite.
Smartphones, tabletas, ordenadores... Margaritas a los cerdos.
El mejor medio de comunicación, mi único canal, es una voluta de humo de tabaco que se deshilacha caprichosamente en un contraluz.
El tabaco... Mi eterno e infalible compañero.









Iconoclasta