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9 de abril de 2024

lp--Un final--ic


Amarte tanto, sufrir y gozar tu existencia con una esperanza inquebrantable en un destino manifiesto cósmico, tiene un fin.

Debe tenerlo, cielo.

Se me encoge el corazón al pensarlo y cuando eso ocurre, no es cuestión de fe. Es una certeza, una cicatriz que me cruza el pensamiento profundo.

Partiré a conquistar el mejor lugar del universo para un lejano día traerte conmigo.

En el momento adecuado de trascender formaremos la Galaxia Pax Amantium, rodeada de las más bellas y gigantescas nubes de gases de colores en movimiento y expansión; las volutas de la paz de los amantes como mudos suspiros interestelares.

Existir alumbrando la oscuridad es el privilegio merecido tras eones de mantener al rojo vivo un amor furioso y agotador en el proceloso Mar Eternidad, allá en la Tierra.

Sueño con lágrimas de dicha creando un cinturón de hielos, diamantes colosales girando a nuestro alrededor y un astrónomo con su telescopio sintiéndose desfallecer al observarnos a través de los milenios, como Stendhal en Florencia.

Desde el agotamiento y la desidia del amante, miro el cielo y vislumbro fugazmente mi final. Oteando el mundo, triangulándote en cada lugar y tiempo en mares y tierras. Y un coro imposible de lamentos de amor en el vacío, consolará la atroz tragedia de amar en un final hermoso y esperanzador.

Es la conclusión a todo este amor, el hermoso fin de tanto amar.

No quiero y no puede ser de otra forma.



Iconoclasta




30 de julio de 2022

La tierra prometida


La única tierra prometida es la que ella pisa.

La que amo, la que añoro, la que necesito, la que quiero abrazar, la que me la pone dura, la que quiero follar, poseer, amamantar, con la que quiero empezar y acabar el día. La que quiero solo besar…

Una grandiosidad de alma y coño…

Y yo un poco cosa, un paria de la tierra demasiado alejado de todo. Infinitamente lejano de lo que amo.

Un nómada en el planeta buscando sus huellas.

Con el corazón partido en dos, una mitad roja y brillante que corre miles de kilómetros por delante de mí, hacia la diosa.

Y la otra negra, como podrida, que envía con golpes dolorosos la sangre a las venas que parecen reventar de un cansancio, de un hastío, de una eterna puta suerte que no cambia. Y aun así, me mantiene mierdosamente vivo enviando sangre a mi polla amoratada. Una sangre que parece coagularse y hacer del rabo una maza mórbida, obscena, de violenta penetración ávida y feroz.

Me gustaría que fuera más gorda, más larga; pero nada es perfecto.

Tengo que trabajar este problema, algo cosmético antes de violar a mi diosa si eso ocurriera.

“Oye viento, dile a la diosa que llego. No sé dónde estoy, pero voy”.

Deliro por el camino creando esperanzas en el Páramo de la Desesperanza. Esperanzas de magnitudes tan grandes como el amor desesperado que me lleva a desintegrarme, a erosionarme en mi camino hacia ella. Esperanzas colosales que no me caben en el pensamiento y se marchitan. Dejo un rastro de alegrías muertas tras de mí.

También imagino mis dedos extendiendo pequeñas ternuras por su piel, y siento unas repentinas ganas de llorar...

Le vendo la parte sucia de mi alma al diablo que la desea. Ha emergido de un espejismo de gas que flota sobre la tierra quemada por el sol.

“Te la cambio por unos miles de kilómetros y de años que me acerques a ella.”.

Se ríe y me dice “Vale”. Sabe que no tardaré en morir y tendrá mi alma entera sin nada a cambio. Bueno, no puedo hacer gran cosa contra ello.

Solo espero que cuando llegue a ella no muera, sería una broma de mal gusto. Que me dé tiempo a mentirle jurándole que estaré con ella toda la vida.

Porque sé que he gastado ya toda mi eternidad en fracasos; como el astronauta que sale al espacio y solo ve muerte. Tanto afán, tanta ilusión alimentando sensaciones y fantasías, para acabar flotando en toda esa letalidad aséptica. Lo único que escucha es su respiración y se deprime. El universo no hace ruido, solo es un inmenso vertedero de piedras que no permite el más mínimo jadeo de vida.

Al menos los cementerios tienen la gracia de los epitafios.

Sin embargo, el espacio que ocupa mi diosa de pezones lamibles y plenos de vida, es la máxima expresión de lo carnal en un mundo de ángeles asexuados.

Tiene suerte de que no es un planeta, porque no podría evitar estrellarme contra ella, su atracción es como la de un agujero negro. Y me pregunto si su coño me absorberá y sacará de aquí. Me lo pregunto con un hálito de esperanza dándole la espalda al diablo que aún sonríe astuto detrás de mí, esperando que muera.

El sol incide con una hiriente verticalidad sobre mi cabeza y crea entropía en mis neuronas ardiendo. Me encuentro calculando la órbita de aproximación de mis dedos entre lo más íntimo de sus muslos. Y mientras me acerco en elipses cada vez más pequeñas, le rezo que la amo.

Y flotan blancas lágrimas en el espacio que se congelan con un dolor en mis cojones.

El sol me evapora la razón en este páramo sin horizonte y antes de olvidar quien soy, lanzo un beso a mi amor, que corre a la velocidad de la luz antes de que el sol también lo evapore.

Yo camino con determinación; pero el diablo, dale que te pego, me susurra: Muérete ya. No te quiere, no te quiere, no te quiere…

Qué tentador es el hijo puta…

Te quiero cielo, voy a ti, dame unos minutos.

Y con una carcajada vomito todos los dolores añejos y rancios, son de carne podrida.

Es un peso que me quito de encima y el diablo los devora con glotonería.

Es hora de dormir, mañana será otro día.

“Sí, mañana. Duerme”, dice el Astuto en mi oído.

Bendita sea la horizontalidad de la muerte.




Iconoclasta

27 de junio de 2021

Las más tristes películas


Veo películas de ciencia ficción e inevitablemente sueño con viajar al pasado y reparar el error del tiempo y el espacio que se cometió conmigo. Imagino vívidamente lo que haría para conseguir nacer allá donde tú lo harás unos años más adelante y así, encontrarnos sin perder tiempo y vida con otros amores que de nada han servido.

Mis sueños de ciencia ficción giran siempre en torno a esa galaxia inalcanzable que eres tú, cielo.

A veces mis sueños salen mal y soy un astronauta que ha debido abandonar su nave rota y flota en el espacio esperando que se agote el aire de su traje, con la mirada clavada en la lejana galaxia a la que ya no podré llegar.

No podré llegar a ti y moriré asfixiado y fracasado aquí en la nada, lejos de ti.

En otros sueños sobrevivo al viaje y cuando alcanzo tu galaxia todo es luz, esa cegadora luz de tus grandes ojos que me fascinan, la gruta carnal que forman tus labios para que bese la entrada. La increíble calidez que preciso después de tanto tiempo viajando por el gélido espacio, está toda en tu piel.

Y después de eso, despierto y no estás. Quisiera arrancarme los ojos.

La realidad fue todo un error, amor.

Ahora solo queda engañar a la vida luciendo una sonrisa que es puro quebranto, por mantener la más mínima dignidad ante la frustración de una vida sin ti.

Pienso en bebés muertos, no fui uno de ellos; pero nací en un espacio triste y deformado sin ti. Sin posibilidad alguna de reparar un daño que no cometí.

Los bebés muertos no sufren, solo viajan congelados como asteroides alrededor de estériles astros, con los ojos muy abiertos, como cuentas de cristal translúcido. Yo que sobreviví, no quiero nada de lo que hay en este mundo, ni siquiera la alegría; sino lo que está desesperadamente lejos de mí. Lejos en el tiempo y sus circunstancias.

Tan lejos de ti…

Mis películas de ciencia ficción son las más tristes que se han hecho jamás. 



 

Iconoclasta

21 de noviembre de 2019

Universos finitos


¿De verdad el universo es infinito?
Solo la nada es infinita y no lo es tampoco, puesto que no existe.
Ergo el universo es nada.
¿Qué se puede esperar de la nada? ¿Un accidente como La Tierra? Con todas su consecuencias. Malas consecuencias…
Sin embargo la nada no es un ente, es ausencia de todo, no se puede accidentar lo que no existe.
ES AUSENCIA DE TODO.
ES AUSENCIA DE TODO.
ES AUSENCIA DE TODO.
ES AUSENCIA DE TODO.
Como cuando mueren humanos que dejan un espacio, un vacío allá donde respiraban y no influyen ni en una molécula de aire.
Solo puedo entender que el universo es un cajón lleno de restos de infamias de un ser más grande que el humano.
El tamaño importa, las putas lo saben aunque sean piadosas con sus clientes.
Si a su vez, ese tipo grande ve un universo, es que la cajonera está dentro de otra cajonera; pero ambas finitas.
Hasta que el último gigante caiga muerto y toda su mierda tripas se conviertan en meteoritos cruzando el puto universo lleno de residuos biológicos y piedras que son huesos.
Coño…
Es agobiante la filosofía astrofísica, es tan estéril como el jadeo de una puta barata.
¿Por qué asocio universo con putas?
Tal vez ambas cosas sean un fraude para la imaginación.



Iconoclasta
Foto de Iconoclasta

26 de febrero de 2016

Ateo de mí mismo


¿Y si te digo que en lugar de imaginarnos en un lugar de luz y colores cálidos, de grandes horizontes y suaves vientos, donde te beso desnuda y lánguida entre mis brazos; te imagino jadeando con mi lengua recorriendo tu piel, dejando rastros de posesión y pasión, donde te embisto una y otra y otra vez en un lugar donde no hay absolutamente nada, donde solo existe el brillo de tu piel húmeda, el calor de tu coño y el sonido de tu respiración?

No existe un lugar para tomarte, no existe tiempo ni espacio preciso para fundirme contigo. No importa el infierno o el paraíso si existieran, solo importa que estés.

Eres la hacedora del universo. Y tenerte me hace dios, un pequeño dios.

Contigo el mundo es oscuro y tú eres la única claridad.

¿Sabes qué es trascender? Reconocer que he cumplido para lo que nací: amarte. Tener la mano entre tus piernas sin pudor y tú mantenerlas abiertas con medida y soberbia obscenidad. Cubrir tu clítoris con un dedo tembloroso y soportar el tormento  de tu placer, de tu tensión que hace subir la mía.

Trasciendo los límites del planeta y el infinito cuando toco tu alma o tu piel.

No es necesario nada más. Lo sé todo: el origen de toda vida eres tú.

Contigo no hay miedo, no hay nada que lamentar. Porque el mundo, la vida y la muerte, tienen un porqué; no obedece ningún acto al azar o la fatalidad.

Si muero es porque es necesario, porque así lo dispones.

Sin ti no existo, soy ateo de mí.

Soy poderoso en el cumplimiento de mi misión, imparable, insobornable.

¿No te das cuenta que sin ti estoy vacío? Soy el lamento de un ternero que agoniza en arenas movedizas.

Pudiera ser que ya no tuviera sentido mi vida cuando ya te tengo entre mis brazos, que muera porque he cumplido el ciclo. Y estará bien, mi amor.

Así trasciendo, amándote. Cruzando fronteras de sueños, cordura y locura sin temor, sin pensar. Solo soy lo que te buscó siempre.

Una cosa necesaria entre tus piernas, entre tus labios.

Un dios que no cree en sí mismo.



Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.

20 de enero de 2015

La luz de los muertos


Nos convertimos en luz continuamente.
Como en un cuento de ciencia ficción, los segundos cumplidos nos transforman en una estela que viaja por el espacio, sumando cientos de años por cada día de viaje.
La muerte es tan veloz...
Por cada latido que da nuestro corazón, nos convertimos en metralla de nuestra vida. Retazos de lo vivido catapultados a velocidades lumínicas, eternamente, como una condena sin sentido.
Porque la energía no se destruye como nuestra vida se quema.
Cada uno de nuestros segundos pasados, se propaga en línea recta y en todas direcciones rumbo a los infinitos infinitos que hay en esa pesadilla llamada espacio.
Alguien decodificará en precisos cristales de argenisca toda esa vida reflejada hasta morir. Y conocerá nuestros delitos y nuestras locuras. Nuestros deseos, amores y odios.
Estaremos muertos hará millones de años cuando alguien nos juzgará.
O tal vez observen nuestra vida con indiferencia.
Podría ser que simplemente, se masturbara ese extraño ser.
Nuestros placeres, dolores y esperanzas, serán un entretenimiento multimedia para unos seres de una civilización capaz de capturar el pasado que viaja por el cosmos peligroso y silencioso en forma de luz.
Ahora estarán viendo un documental sobre los dinosaurios en el momento que se extinguen.
Esperan las primeras luces emitidas por homínidos, mientras se llevan a la boca piojos del metano garrapiñados sentados frente a sus pantallas.
Observamos la aburrida luz de los astros muertos, fantasmas que insisten en iluminar las noches.
Fulgores de pasados milenarios, de edades tan lejanas que la mente no puede concebir.
El cielo nocturno está punteado por la luz de la destrucción.
Esa destrucción que nos baña... ¿Será por eso que la noche da miedo instintivamente a millones de humanos?
Un director de cine alienígena hará un montaje con nuestra vida. La procesará para proyectarla sobre un manto de esferas líquidas positrónicas, con núcleos congelados de átomos de helio radiados con gas inergistian, que tan de moda están en los multicines extraterrestres. Podrán ver en alta definición el semen que derramo en ella y dentro de ella.
Posiblemente, crean que ese esperma es un veneno paralizante y que los amantes están muriendo por amor, porque su reproducción es por medio de tentáculos que dejan escamas fertilizantes en su bocas y es una especie de náusea su clímax.
Tal vez lloren conmovidos por la blanca y cremosa muerte de esos seres que desaparecieron hace eones de años. Los directores de cine hacen trampa para emocionar al público. Como en todos los planetas, la verdad suele ser aburrida. Y por cada placer hay un fatal fundido en negro convenientemente insertado.
No importa, que alguien vea lo que fuimos e hicimos. No hay que ser tímidos, ni apagar la luz; es más digno exhibir la obscenidad con descaro.
Actuar como si ya estuviéramos muertos no es difícil, de hecho vivir es morir continuamente hasta agotar el tiempo.
Esos seres no podrán condenar el asesinato ni la indecencia, asistirán impotentes ante toda la maldad y la mezquindad de los humanos y otras especies planetarias que puedan ser simples y aburridos microorganismos.
La humanidad será plaga incluso muerta. Una destrucción más iluminando ojos extraños.
Como hacen los astros muertos en nuestra piel en las noches que nos soñamos.
Tú y yo no seremos reflejados. Te prometo inventar algo que destruya nuestra luz, para que nada ni nadie pueda asistir al misterio de amarte tanto.
Seremos ocultos y secretos a los ojos del universo.
Ni siquiera a millones de años luz muertos, podrá contaminar nadie nuestro amor.
Seremos oscuridad en el espacio, un secreto de nosotros mismos.
Seremos un dato irrecuperable, un vacío irrellenable en la alienígena producción cinematográfica.
No seremos una película de un mal director en algún maloliente planeta, lo juro.









Iconoclasta

17 de diciembre de 2014

Un cuento de navidad lineal


Cuando estaban cerca, cuando las líneas estaban superpuestas, no era el momento; y se trazó una línea paralela que aisló a los dos en un tiempo de sus vidas.
No se cruzan las líneas paralelas, no hay forma de saltar de una a otra; pero a veces el Gran Delineante comete un error, o tal vez, tenga un arrebato de compasión; cosa improbable, pero esperanzadora.
Y traza dos líneas paralelas muy juntas. Demasiado para su forma de actuar, tal vez porque se le haya metido humo en los ojos.
A veces fumar es beneficioso para alguien.
De alguna forma, una gota de tinta cae entre esas dos líneas. Posiblemente debido a un estornudo del Gran Delineante. Tal vez haya sentido un ataque de compasión. Aunque no es un hecho verosímil; pero sería agradable que lo fuera, aumentaría las esperanzas en el planeta.
Se crea así un espacio por el que cruzar. Con una serena pasión entran en el espacio borroso, irregular. Cautamente por experiencia, pero con todas las ilusiones entre los dedos, como un póker de ases. Y saltan las líneas porque es el momento adecuado. Se han preparado para ello durante tiempos y desilusiones.
No hay grandes eventos cosmológicos, no hay  señales premonitorias, solo el rumor de unos árboles mecidos por una suave y húmeda brisa.
Discreta y contenidamente se acercan. Ilusionados a pesar de todo. Tal vez un poco confundidos por nuevos horizontes, por posibilidades razonables.
Las palabras saltan de un muro a otro derribando amarguras y errores, cañonazos que abren brechas en el tiempo y el espacio.
Es poderosa la palabra...
El Gran Delineante mira a otro lado, sería bonito que lo hiciera por piedad. No importa el porqué, el paralelismo se ha interrumpido.
Querer entender es perder el tiempo y ese ser podría usar corrector.
Y hay suerte, el Gran Delineante ha ido a mear.
Las palabras, escritas con cautela y letras pequeñas, se convierten en pasos paralelos que se dibujan tranquilos como por arte de magia, a veces se entrecruzan debido a un beso o un abrazo; desde la perspectiva del Gran Delineante, una hormiga con las patas sucias y colocada con marihuana está haciendo de las suyas.
Pasos serenos, cálidas y otoñales confidencias...
El Gran Delineante toma la hoja de papel y la clava con chinchetas en la enorme e infinita Pared del Destino, junto a miles más. Y cuando se da cuenta de la mancha y esas líneas pequeñas y erráticas, no hace nada. La observa y sonríe con el cigarro entre los labios.
Tal vez esté cansado de un paralelismo monótono y cansino. Cuasi eterno. Tal vez se sienta el Dalí de las líneas paralelas.
Toma otra enorme hoja de papel, se coloca unas gafas y comienza a crear otro universo de líneas paralelas, con decisión. No quiere sentar precedentes.
Es un cuento de navidad feliz, aunque el Gran Delineante sea un perfecto cabrón escondido entre los bastidores de un teatro.









Iconoclasta