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9 de agosto de 2015

Las nubes y la inocencia



Crees posible caminar por ellas, dentro de ellas y saltar. Eras niño.

Las nubes eran tupidas masas de algodón elásticas y suaves, un lugar hermoso y sin filos para los niños tristes.

De pequeño querías escapar de aquí, identificabas mundos y lugares mejores, con una ingenuidad que a veces remuerde la conciencia. ¿Cómo pudiste ser tan inocente?

Creces y las nubes se convierten en un vapor desesperadamente impalpable.

No es extraño observar las nubes y no sentir demencia al oír reír al niño que murió para que el adulto ocupara su lugar, dando volteretas muy solo él, pero firmemente sostenido por la nube que lo cuida.

Ahora el hombre se conforma con admirar la intocable majestuosidad del vapor.

Ahora el hombre se enciende un cigarro bajo la masa de vapor mientras escucha con los ojos cerrados unas risas que bajan del cielo.

Y se alegra de estar solo porque los ojos van a perder la batalla contra la melancolía.




Iconoclasta

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